sábado, 24 de julio de 2010

Día 6: No solo Renfe se retrasa...

23/07, día 6 del viaje. Hoy nos hemos levantado pronto para irnos. El autobús de Reszel a Olsztyn sale a las 8:55, así que hemos madrugado. El ambiente en casa de Aga y Robert está un poco triste por la despedida. La verdad es que nos hemos llevado todos muy bien estos días y ha sido divertido estar con ellos, así que nos da algo de pena marcharnos, pero seguro que lo que viene a partir de hoy lo merece. Además, Aga y Robert vienen de visita a Alicante el día 6 de Agosto y van a estar en casa de Esaú y Anka hasta el 22... ¡Si hasta estamos planeando llevárnoslos a Granada el fin de semana siguiente! Así que hale. ¡En marcha!

Robert nos lleva en su coche hasta la parada del autobús. Allí no se hace esperar un autobús de línea regular que cubre el trayecto hasta Olsztyn parando en unas cuantas paradas intermedias. Nos despedimos, subimos las maletas y nos ponemos en ruta. El autobús es como una especie de cafetera con ruedas que pega unos botes infernales. Se nos está remeneando el desayuno en el estómago... ¡y aún queda una hora y media para llegar!. Encima, como es de línea, no coge carreteras importantes ni autovías, sino que recorre todas las comarcales que encuentra a su paso hasta llegar al destino. En fin, que a Gdansk nos vamos en tren, ¿vale?

Llegamos a Olsztyn y lo primero que hacemos es bajar a tomar algo fresco. Hoy hace aún más calor que ayer (y eso que lo de ayer batía records...), así que hay que hidratarse a menudo. Dejamos las maletas en la consigna de la estación y nos tomamos un refrigerio. De repente noto algo extraño en el bolsillo. No puede ser. Me falta el móvil.

Durante el trayecto del bus había recibido una llamada de la UOC comunicándome que se había ampliado el plazo de matrícula hasta fin de mes. Se ve que lo volví a meter en el bolsillo del pantalón pero con los botes del bus se ha debido caer y no me he enterado. Esaú y Anka salen corriendo a ver si aún está el autobús y hay suerte: no sale hasta las 12:40 de nuevo y está aparcado en el parking de la estación. La mala noticia es que está cerrado y no sabemos cuándo lo van a abrir... Toman la matrícula (para poder identificarlo después) y se vuelven a donde nosotros estamos para contarnos las novedades.

Como ellos tienen que hacer papeleos de pasaporte y demás, decidimos separarnos. Ellos se van a hacer las gestiones y nosotros terminamos de desayunar tranquilamente para pasarnos después por donde el bus y ver si tenemos m s suerte. Así lo hacemos y pasados tres cuartos de hora vuelvo a tener el móvil en el bolsillo. ¡Menos mal!

Nos reunimos de nuevo con nuestros amigos y decidimos dar un paseo por Olsztyn. Esta ciudad tiene una zona de estudiantes bastante bonita y animada, con muchos bares y pubs para tomar algo tanto de día como de noche y un parque muy bonito, con su río y todo. Nos acercamos en taxi hasta esta zona (el taxista se hace el listo y nos da más vuelta de la cuenta, pero en fin... cosas de ser turistas) y comenzamos el paseo. El calor es verdaderamente infernal y no paramos de sudar, así que al cabo de un rato decidimos parar a comer algo en un restaurante con aire acondicionado. Bendita decisión. No solo reponemos fuerzas y se nos pasa un poco el agobio de calor sino que al salir se ha nublado y hace hasta fresco. Esto sí es vida, chico...

Volvemos a la estación paseando, echamos unas postales al correo y al fin nos vamos a por el tren a Iłowo (tenemos que hacer transbordo en esta estación para ir a Gdansk). El viaje transcurre sin problemas en un tren algo viejecito pero que cumple su función y nos lleva a nuestro destino sin más incidentes que el hecho de que se haya puesto a llover. Ya se preveía la tormenta tras el cambio de tiempo, así que no nos pilla de sorpresa.

En Iłowo tenemos teóricamente 14 minutos para hacer el transbordo, así que debemos correr un poco. Por suerte la vía del tren de Gdansk está al lado de la vía en la que hemos llegado, así que de los 14 minutos nos sobran 13... o eso pensábamos. De repente anuncian en polaco que el tren de Gdansk se retrasará ¡50 minutos!. Cagontó.

A medida que pasa el tiempo anuncian nuevos retrasos y finalmente el tren, que debería haber salido a las 16:55, sale a las 18:10. Encima, cuando tenemos que subir está jarreando agua, así que nos mojamos en los segundos que tardamos en subir las maletas al tren. Vaya asco.

Los compartimentos de 2ª clase están petados de gente, con personas de pie y los bultos y maletas acumulados en la entrada, por lo que decidimos pasar de todo y meternos en un camarote de 1ª... Cuando venga el revisor que nos diga algo si se atreve. El viaje acaba siendo un poco rollo por culpa del retraso, la espera y que estamos ya cansados, pero finalmente llegamos a nuestro destino. Por cierto, que el revisor ni ha pasado... Durante los últimos minutos hemos atravesado un puente de 800m. de largo que estaba totalmente en obras. El tren ha pasado a 10 Km/h y hemos pasado algo de miedo, pero finalmente ha salido todo bien.

Al fin hemos llegado a Gdansk. Según nos cuentan, esta ciudad es preciosa. Qué ganas teníamos de estar aquí... Vamos al hotel (un rascacielos de 17 plantas cercano a la estación), dejamos las maletas en la habitación y tras una ducha reparadora nos cambiamos de ropa y salimos a cenar. El casco antiguo de Gdansk es verdaderamente maravilloso. Sobrepasa todo lo que nos podíamos haber imaginado. Calles con encanto, casitas preciosas, iglesias imponentes… Todo está muy animado y prácticamente todo está abierto a pesar de ser las 22:00 (tarde para Polonia en general).

Dando un paseo llegamos a la vereda del río. Ese es el destino donde nos llevan Esaú y Anka: un restaurante montado en un barco que flota varado a la orilla del río. Romántico y precioso. Lástima que con el retraso del maldito tren hayamos llegado tarde y esté cerrada la cocina. Decidimos dejarlo para el domingo por la noche y nos encaminamos a otro restaurante cercano en el que finalmente comemos de todo y en cantidad: quesadillas con jalapeños, salchicha polaca, pechuga de pollo con crema de espinacas y patatas, cerdo empanado al estilo polaco… Todo ello acompañado por la maravillosa cerveza polaca (creo que me empiezo a enamorar de ella) que al cabo de unos minutos surte su efecto: medio litro de cerveza hace que nos dé a todos la risa floja y pasamos una velada de lo más divertida.

Pagamos (unos 11 euros por cabeza, baratísimo para lo que hemos comido) y el camarero se intenta hacer el listo: la cuenta eran 168 zloty y le damos 200 zloty para que se cobre. Le damos las gracias y el nos responde en polaco con un "¡muchas gracias!" que nos hace sospechar. Efectivamente, pasa el tiempo y no vuelve nadie con las vueltas. Pues mira, lo siento, pero la picaresca y la jeta la inventamos los españoles, así que por aquí no paso. Llamamos a otra camarera y, en inglés, le explicamos lo que pasa. Al cabo de unos minutos vuelve con las vueltas y nos explica que habían entendido que el resto era propina… Vaya cara. Les dejamos 2 zloty (y solo por aquello de no llevar chatarra) y arreando.

Regresamos bajo una llovizna suave pero persistente y nos vamos directos al hotel. Estamos reventados de cansancio y al relajarnos después de la cena va saliendo todo al exterior, así que lo mejor que podemos es dormir y descansar para mañana.

Mañana iremos a visitar el castillo de Malbork, a una hora de aquí en tren. ¡Buenas noches!

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