domingo, 18 de julio de 2010

¿En tren? ¿Estáis locos?

Esa es la pregunta clave que todo el mundo se debería estar haciendo al ver el título de este blog: A Polonia... ¿en tren? ¿pero estáis locos o qué? Todo tiene una explicación...

Pero empecemos por el principio. ¿Por qué Polonia? Pues porque se casa una pareja de amigos, él español, ella polaca. De España íbamos 49 personas a la boda, todo un éxito de convocatoria. Además tenemos otra pareja de amigos comunes igual que la anterior (él español, ella de la tierra de Chopin y Copérnico) que también iba a la boda y podíamos aprovechar para ver un país que, a priori, se antoja lleno de sitios preciosos por descubir. ¡Y qué mejor forma de hacerlo que con una guía nativa y que además hace de traductora!

Así las cosas, allá por Octubre de 2.009 decidimos empezar a mirar los billetes de avión y a preparar el viaje. En Noviembre compramos los billetes con Ryan Air, principalmente porque era vuelo directo, Alicante-Gdansk (que es donde se casan Cesar y Ewa...). Bien, todo correcto... No nos gusta demasiado el avión (de hecho nos da mucho yuyu) pero haremos un esfuerzo y nos colocaremos como M.A. Barackus antes de subir... o eso pensábamos.

Varios meses después llega el mes crucial, el mes de Julio. Fecha de salida del avión: 16 de Julio de 2.010 a las 06:15. Fecha de inicio del "canguelo": 10 de Junio de 2.010, jejeje... Un mes y pico de espera canguelosa da para mucho, y por en medio cambiamos varias veces de opinión:

Opción 1: Vamos en avión, que no pasa nada...
Opción 2: ¿Vamos en coche? Total "solo" son 3.000 Km entre Alicante y Gdansk...
Opcion 3: No, venga, va, vamos en avión...
Opción 4: Definitivamente en coche. Compramos mapas de carretera de varias escalas, le cambiamos las ruedas al coche, nos hacemos socios de RACE por si las moscas, buscamos hoteles en carretera, hablamos con gente que vive o ha vivido en Alemania, nos informamos de por dónde se conduce en cada sitio (no vaya a ser que...), videos en YouTube de las carreteras alemanas y polacas y buscamos planos actualizados de Europa y Polonia para el GPS. En fin, lo normal...
Opción 5: Joder ya, vamos en avión, que son cuatro horitas contra tres días...

En fin, que cuando llegamos a la opción 5 nos quedamos con ella y no la soltamos... y la cagamos:

Dia D, Hora H: Hemos dormido una hora escasa (de 1:30 a 2:30 AM) porque el avión sale a las 6:15, queremos estar en el aeropuerto a las 4:45 y el taxi lo tenemos a la 4:10. A las 3:50 vienen los amigos a dejar el coche y juntar las maletas con las nuestras para ir todos en el taxi, así que... ¡¡Arriba a las 2:30!! (ya dormiremos en el avión, pensábamos... ilusos...)

Llega el taxi, subimos todo al coche y hale, para el aeropuerto (eso si, el taxista a 140 Km/h... parecía el jodido Carlos Sainz pero sin romper nada en el trayecto. ¿Que le dices que te da miedo la velocidad? Te responde "¡pero si no paso de 130!" y pasa de tu cara como de la mierda... en fin, esto es España, señores)

5:00 AM. Estamos en el aeropuerto. Cola para facturar las maletas, donde nos encontramos con otros quince españoles que, como nosotros, van a la megaboda del año. Algunos nerviosos, otros tranquilos, otros MUY tranquilos... Bueno, tras unos minutos facturamos las maletas (¡¡todas al límite de peso!! ¡¡nuevo record mundial de exactitud pesando las maletas en casa con la báscula!! Yuju yuju...)

5:45 AM. Otra cola, esta vez para embarcar. Un maremagnum de gente en fila, unos tunos por allí con el traje "de grillo" puesto y aire de estar más perdidos que un pulpo en un garage... y yo notando como la adrenalina y la tensión suben y suben sin parar. "Momento para un Lexatin", pienso para mis adentros esperando que me fuera a hacer efecto en menos de un minuto. Pero no. El Lexatin de 1,5 mg. es como un caramelo de menta: no hace ná. Pero ná de ná. Pronto empiezan los síntomas de la ansiedad. Sudores de la muerte, opresión en el pecho, falta de aire al respirar, dolor en la nuca, angustia... Un ataque de pánico en toda regla. Esto ha sido a traición...

A la vista de lo que estaba pasando solo podía tomar dos decisiones: o hacerme el "machote" y arriesgarme al infarto en el avión (o tener que dar la vuelta en el aire, o potarle al de al lado por el agobio, o yo qué se qué...) o quedarme en tierra. Os aseguro que fue la decisión más dura que he tenido que tomar en mucho tiempo. Ver las caras de mis amigos incrédulos pensando "¿no venís? No me lo puedo creer...", pensar en los novios que nos esperan y en nuestra mesa en el banquete con los cartelitos de nuestros nombres puestos, en la familia de nuestros amigos, para las que llevamos regalos de Alicante... Es duro, muy duro tener que decir "do widzenia" a todo eso por culpa de encontrarse mal. Gracias a Dios tengo a mi lado al ser más maravilloso que se ha cruzado en mi vida, que no solo me entiende y me apoya en los momentos malos sino que me da su amor, su consuelo y las fuerzas necesarias para tomar una decisión así. No puedo subir. Nos quedamos en tierra.

Mientras mi mujer preguntaba qué pasaba con nuestras maletas yo me despedía de mis incrédulos y apenados amigos con ojos llorosos y me sentaba en uno de los sillones de la sala de embarque a esperar el despegue de ese avión en el que debería estar sentado si no fuera por la maldita ansiedad y la mala pasada de una cabeza incontrolable. Vuelve Susana, se cierra el embarque y nos quedamos solos, tremendamente solos, mientras observamos el despegue perfecto del avión que lleva al resto de los invitados a la boda que nos vamos a perder por culpa de mi miedo a volar.

¿Qué viene después? Evidentemente, un buen rato de desolación, varias horas de descanso para despejar la mente y poder tomar decisiones y una pasta gansa para comprar unos billetes de interrail que nos permitan llegar a Polonia por un medio mucho más familiar y amable: el tren. Así que ya sabeis la respuesta a la pregunta con la que he comenzado este rollo: ¿Por qué en tren? Por miedo a volar.

Los próximos días iremos relatando cada una de las odiseas que nos sucedan en este viaje tan extraño (tengo la certeza que el más raro de nuestras vidas y posiblemente el más raro que nos ocurra en mucho mucho tiempo). Seguiremos informando.

2 comentarios:

  1. ¡¡Viva la aventuraaa!!

    Estoy segura de que este viaje no lo olvidaréis, para bien, pese al principio....

    Gracias por compartirlo....

    A punto hemos estado de apuntarnos tal y como lo hicimos en Sevilla....:)

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  2. Sin lugar a dudas el tren. Mola mucho mas. Puedes ver paisajes, es cómodo, haces amigos... y NO VUELA! Yo apoyo la moción. Y como dice M.A, "Si es mas seguro volar que conducir, ¿Por qué no ponen paracaídas en los coches?"
    Ya seguire viendo vuestras aventuras europeas, xD.
    Un abrazo, Jason.

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